Miré el calendario de conciertos de toda la gira de este año de los Celtas
Cortos, grupo que me gusta desde hace ya unos años y que había tenido la oportunidad de ver ya un par de maravillosas e inolvidables veces:
22 de mayo St.Boi, Gratuíto
¡Fantástico! Me venía de perlas para verles, además le dije a Devil si
vendría para presentarmelos, le dije que se quedara a dormir en mi casa para ir al concierto desde Murcia. En fin, dos días antes me dijo que no podía pero que llamaría a los celtas para que me dejaran pasar. Así que me fuí con mi hermano allí el día señalado. Casi nos perdemos buscando la direción del concierto en el coche de mi madre, hasta que al fin encontramos el majestuoso escenario montado, anunciando que era allí y que empezaría dentro de poco. Me coloqué en primera fila con mi hermano para no perderme detalle. Después de babear un rato esperando que comenzara el espectáculo empecé a
verles, el primero que vi fue Nacho, y después a los otros que iban
calentando los instrumentos mientras sonaba una relajante música celta.
Empieza el concierto. Antón Davila no se hizo rogar, fué el primero a coger si instrumento mientras Jorge, el teclista empezó haciendo unos acordes de ambiente con su teclado en el sonido de órgano. La gaita empezó a hacernos temblar con un sonido precioso tocando una melodía introductoria, mientras veíamos a Tutú colpear las cuerdas de su guitarra de 12 cuerdas siguiendo el tempo. Los demás músicos entran, y allí empieza la gente a temblar, los acordes del teclado hicieron su mágia, y, cuando la gaita empezó a hacer
sonar su caracerística melodía, aquella canción preciosa se convirtió en “El Ritmo del mar”, que empezó a hacerme mover el cuerpo emocionado. Salió Antuan y nos demostró, una vez más, que realmente sabe. Acabó el ritmo del mar, sin dejarnos ni siquiera respirar, Nacho tocó la bateria de aquella manera que solo puede anunciar que empieza una canción queridísima por los fans, desde hacía mucho que no se oía en el inicio de un concerto (siempre estaba situada en el final) sonó una devastadora “Tranquilo Majete” que hizo cantar a todo el mundo en el conocido estribillo. Y seguimos con sorpresas,
acabada esa, saludaron (Tras la partida de Carlos, Oscar presentaba el show) y después ya sonaban los acordes de la versión rockera de “Gente
impresentable” con los que Antuán dijo “queríamos tocar en la boda de
principe pero no nos han dejado” depués de ese chiste Gente Impresentable nos hizo bailar de aquel modo lento pero marchoso al prinicpio y rápido en
el final.
Después el concierto siguió con un montón de sorpresas, Óscar Garcia
presentó, recitando unos versos que escribió el cantautor catalán Joan
Manuel Serrat hablando en un perfecto catalán y presentando la canción “Trágame tierra” que hizo que a los nostálgicos se nos cayera la lagrimita. Más canciones sonaron y abundaron las del CD “Cuentame un cuento” aunque también se recuperaron temas como “¿Que voy a hacer yo?” (más lagrimitas).
Sonaron más instrumentales que nunca en un concierto, así tuvimos el placer de oír “Más kilometros”, “Onda Caribe”, “El alquimista loco”, esas tres del CD “Cuentame un cuento”, y “El túnel de las delicias”, del primer CD, no faltó a la cita (todo un maestro, Roberto Jaboneros). También hubo una instrumental desconocida para mi, lo siento ¿alguien sabe su título?
Sonó también la querida “Llúvia en soledad”, con la que Antón nos deleitó con su gaita.
Momentos clave del concierto fueron las entradas de canciones como “Unos Dicen”, en que se iban añadiendo instrumentos hasta llegar a hacer una canción preciosa. También recuerdo con mucho cariño el hecho de la voz de una niña perqueña recitando:
“El hombre ha vendido su alma al diablo por la pasta, por asfalto, por un cuento de hadas que es falso. Desde que naces ya te meten prisa: a estudiar, a currar, el primero de todos hay que llegar. Somos una legión de mudos que no sabe, no contesta, nunca opina ni manifiesta. Caminamos siempre solos, sin contar con los demás. Nos oprimen por la tele, por la calle y en el bar. La vida se ha vuelto dura, no está fácil avanzar. De este cubo de basura deberemos escapar”
Cuando oímos eso los más entendidos supimos que se trataba de que se
avecinaba “Legión de Mudos”, una canción que, en mi opinión, es fantástica con la que bailé (y rapeé) como un loco. Otra soprpresa fueron los acordes de “Madera de Colleja” que sonaron sueltos (aunque yo, personalmente adiviné de qué canción se trataba por que me lo olía) hasta que entraba el acordeón y después la explosión de la canción nos hacía mover el esqueleto a ritmo de ska chocando con los compañeros del lado amistosamente (me encanta eso de bailar ska, de hecho, me encanta el ska).
Por “ska” el grito que dió Antuán en el inicio de “Baila”, del último CD, del que, aparte de las citadas anteriormente, tambien sonaron “Sin papeles” y “C’est la vie” (en la qué Óscar nos presentó a la panda). Un “No nos podrán parar” nos volvió a hacer vibrar con ese espíritu celta tan luchador cerrando el concierto (por el momento).
El BIS fué magistral: cuando volvieron a salir tocaron “20 de abril” (no me acuerdo de si cantó más Antuán o el público, realmente entregado), “Cuentame un cuento” (no podía faltar, tratándose de un concierto en el que abundaban las canciones de ese disco). Y el concierto lo cerró definitivamente “Ya está bien” que nos trajo más lagrimitas. Vi gente que se quejaba de que no habían tocado “La senda del tiempo”, yo ni me había acordado, ya que es una canción que antes siempre había oído en los anteriores conciertos. Normal que descansara en esa gira, además yo ya sabía, por Devil, que no la iban a tocar, aunque lo siento por aquella gente, jeje.
Después, cuando la gente ya se dispersó busqué a Óscar de parte de Devil para que me presentara a la panda, les saludé y felicité uno a uno,
sobretodo a mi ídolo Alberto García, como violinista que soy (ponte bueno). Tambien, y bajo el mismo pretexto, hice buenas migas con Roberto Jaboneros.
Los dos, majísimos, y grandes violinistas que me dieron un consejo de
prefesional: “¡metele caña al violín!”. También hablé con Antuán
(divertidísimo), con Jesús González, y Jorge Arribas, un tipo del que poco sabía antes pero, vamos, majísimo también. Como Antón, con el que también hablé y felicité por su genial actuación.
En fin gente, que los celtas siguen, aún se canta “No nos podrán parar” ya que se mantienen así de sencillos como personas, pero siendo unos grandes músicos en el escenario que hacen vibrar a todo el que lo escucha, lo ve y lo siente.
(Gracias a Adriá Soler)