Qué curioso que un profe de francés les ayudara a formar aquel grupo en el instituto.
Gracias a él empezamos a escuchar música celta y bretona, nos introducimos en esos registros. Nos ayudó mucho en esos inicios. Nosotros no dejábamos de ser un puñado de amiguetes de clase. Sus gustos nos influyeron y logramos realizar esa mezcla con el rock que siempre nos ha definido. Mira, casi 40 años después, aquí estamos.
Lo que nadie puede negarles es que crearon un sonido propio y original.
Fue un poco fruto de la casualidad. Algunos miembros del grupo tocaban instrumentos como la flauta y otros no podían disimular su lado más rockero. De ese cóctel salió nuestro sonido. Y, hasta día de hoy, perdura. Estamos encantados.
Tres décadas después, cómo ha cambiado la música.
Ha cambiado mucho para la industria. Antes, los grupos teníamos que sonar en la radio como fuera, había que llegar a ella porque era el medio principal de difusión. Ahora, todos sabemos hacia dónde ha ido la radio fórmula, es un lugar mucho más comercial. Las bandas hemos tenido que adaptarnos a las plataformas digitales y a las redes para poder exponer todo lo que creamos.
Y ustedes, ¿han cambiado?
Bastante poco. Crecimos como amigos y éramos una banda que tocábamos en bares a cambio de las cañas gratis. Y creo que esa esencia no la hemos perdido, las ganas de tocar siguen intactas. Lo nuestro fue todo de verdad y eso nos ha ayudado. Es evidente que hay gente que se ha quedado en el camino, pero después de tanto tiempo de recorrido, lo vemos como algo normal.
¿Cuál fue el momento más crítico?
Lógicamente ha habido momentos difíciles, sobre todo cuando Cifu (Jesús Cifuentes) decidió que quería descansar un poco del grupo y emprender su carrera en solitario. Nos vimos en la tesitura de seguir o parar y decidimos lo primero. Estuvimos más de tres años con otro cantante, hasta que Cifu decidió volver. Todo este proceso lo vivimos de una forma natural y eso habla bien de cómo llevamos las cosas.
Una de las grandes conquistas de Celtas Cortos son sus canciones. Se mantienen vigentes al paso del tiempo.
Pienso que tiene mucho que ver la época de los 90, que tocábamos a tope y eso quieras o no le da recorrido a todo lo que haces. Desde mi punto de vista somos un grupo de muchas canciones, no somos fruto de un hit o de un disco. Hablamos de cosas que nos pasan a la gente corriente, de problemas que nos preocupan a todos. Y supongo que el público se identifica con ello.
Recuerdo uno de sus conciertos en las Fiestas de Santa Tecla. Todavía era menor de edad y no les había seguido mucho, pero la energía que transmitían era optimista.
Siempre que hemos ido a Tarragona nos lo hemos pasado muy bien, y hemos ido varias veces. Somos músicos que lo vivimos mucho y sentimos nuestro trabajo y eso se contagia. Catalunya en general nos ha dado mucho, es un público muy agradecido. El concierto en la Tarraco Arena va a significar el último de esta gira y, por tanto, resultará especial para nosotros. Espero que para el público también.
¿Está de acuerdo en que Celtas Cortos son, sustancialmente, una banda de directo?
Sin duda, siempre nos hemos tomado los conciertos muy en serio. Nos encanta salir a tocar todavía ahora, sentimos que tenemos mucha energía, esa ilusión del niño que empieza. Al final, la música es nuestra vida, llevamos prácticamente una entera dedicándonos a esto y nos sentimos muy orgullosos y agradecidos por todo ello.
¿Han puesto fecha a la retirada o eso queda lejos para Celtas Cortos?
No te negaré que ahora, con muchos kilómetros acumulados por la gira, el cansancio hace mella. Pero, sinceramente, no me planteo jubilarme, como te decía el grupo está con energía y en poco tiempo vamos a publicar nuevas canciones.
¿Dosifican más las giras que antes?
Nunca hemos pensado eso. Nos gusta tanto tocar que vamos a los lugares que nos reclaman. Tenemos un caché accesible y nos puedes ver tocar en cualquier rincón del país. No somos tiquismiquis en eso, lo importante es que la gente está ahí. Sentimos mucho eso.
Le iba a decir, el público nunca les ha dejado de seguir, siempre les ha apoyado.
Hemos sentido siempre que el público ha estado de nuestro lado. Se hace muy agradable para nosotros ver en los conciertos a chavales que van con sus padres y madres y cantar nuestras canciones. Compartir música en distintos ámbitos de la sociedad y entre generaciones es una terapia muy recomendable para cualquier persona. Nos sentimos muy orgullosos de la carrera que estamos llevando y también de cómo hemos llegado a la gente. Nos siguen pasando cosas alucinantes.
Fuente: diaridetarragona.com