El medio de comunicación El Comercio entrevistó hace unos días a Cifu con motivo del concierto de Celtas Cortos en Gijón. Os la dejamos a continuación:
Jesús Cifuentes, Cifu, vallisoletano cosecha de 1966 que vivió hasta los siete años en Pravia, se prepara para llegar el lunes al escenario grande de Poniente (23 horas) con la adrenalina a tope. Asturias no es cualquier lugar para Celtas Cortos, que incluso grabó un concierto sinfónico con la OSPA. «Tenemos muchos amigos, es de los territorios más preciosos y que más buen rollo nos puede generar. Ir para allá es un privilegio», advierte el cantante y compositor de la veterana banda en capilla de llegar a la Semana Grande de Gijón.
-¿Qué nos espera el lunes?
-El concierto es un recorrido por toda la historia de Celtas Cortos, incluidas las últimas canciones que hemos publicado. A los grupos con una trayectoria larga la mochila que tienen detrás les pesa mucho, y a nosotros nos gusta enseñar lo último que hemos hecho, aunque sea menos conocido. Básicamente va a ser una descarga de energía, ideología y emoción bastante potente, con mucho rock and roll. El grupo suena con enorme intensidad y muchísima potencia.
-Sus canciones son «patrimonio social», usted lo ha dicho. ¿Qué relación tienen con esos temas que son ya de todos y no suyos?
-A pesar de las apariencias, yo sí he podido llegar a una conciliación con ellos, porque sí hubo momentos en que me pudo rayar un poco, pero al final lo más importante es la sinergia que se genera y, si la gente los necesita, es de obligado cumplimiento ofrecérselos. Pero nosotros hemos dado con la fórmula de ir intercalando cosas y ver cómo va la dinámica del concierto, con sus momentos de subidas y bajadas, para hacer un repertorio interesante.
-Decía emocion, ideología, rock and roll. Yo le añado nostalgia a ese cóctel.
-No se lo voy a negar, pero yo soy más de mirar hacia adelante que hacia atrás. Como dice la canción, ‘solo recuerdo lo bueno, de lo malo, nada’. Aunque sean canciones que tienen un tiempo y puedan provocar ese tipo de sentimientos, vamos a traerlas al día de hoy. Hay futuro por delante.
-¿Cómo nacieron esos temazos que están en la memoria colectiva? ¿Cómo componían antes y cómo lo hacen ahora?
-Venimos de la era analógica, de modo que todo ha cambiado mucho, aunque componer sigue siendo un proceso artesanal. Básicamente, en aquella época se compartía más en el local, teníamos 20 años, más tiempo, no había obligaciones familiares y nos movíamos como cualquier banda de chavales, pasábamos horas en el local y a partir de una idea que presentase uno, era yo el que tenía el privilegio de escribir y llevar las líneas básicas. Ahora el proceso es diferente, todo el mundo tiene un pequeño estudio en su casa, porque con un ordenador y la tableta de sonido puedes acercarte a lo que pueda ser grabar un disco; el trabajo es mucho más individualizado y cuando tienes la idea armada es cuando se comparte, nos metemos en el local y, de ahí, a pulir el diamante.
-Nos ha cambiado a todos la manera de relacionarnos con la música. ¿Qué hemos perdido y qué hemos ganado en este viaje?
-La era digital ha cambiado la forma de consumir música, se ha transformado en un consumo coral. Tiene la parte buena de que la gente escucha más música y diferente, hay otro grado de apertura, pero yo creo que muchas veces la chavalada la consume sin criterio. Tú antes ahorrabas para comprarte un disco al mes si tenías suerte y dinero, lo tratabas como una auténtica joya y lo oías una y otra vez. El disco tenía un concepto global con sus doce o catorce canciones, sin embargo ahora grabar un álbum es un acto heroico. El proceso ha cambiado, los artistas publican canciones de una en una, con su vídeo, en las plataformas y se ha perdido esa conciencia de que un disco tiene su propia entidad, que es como una novela con una serie de capítulos.
-¿Qué me encuentro en su Spotify si es que lo tiene?
-No lo trabajo. Alucinaría, porque las listas son de mis hijos.
-Lo social, lo reivindicativo, está muy presente en sus canciones. ¿Hacen hoy falta más que nunca letras cañeras?
-Yo hice un sprint para publicar nuestra última canción, ‘No pasarán’, y sacarla antes de las elecciones, porque encontraba que tenía más sentido, por tal y como han venido dadas las cosas con todo el auge del fascismo y lo que tiene que ver con la pérdida de derechos sociales. Es un compromiso y, desde la humildad, creo que es un ejercicio de valentía, porque aquí muchas veces te la juegas. Lo que ocurre es que venimos de una trayectoria que siempre ha tenido ese componente, porque el grupo se gestó muy vinculado a movimientos sociales y a la lucha ciudadana y no lo vamos a dejar atrás.
-¿Temen censura y que llegue un concejal de Vox y decida que ustedes no pueden actuar?
-Eso ya ha pasado. Ha venido gente después de los conciertos a decir ‘qué estáis diciendo rojos de mierda’ y cosas así. Yo he recibido anónimos en casa. La cosa tiene poca broma, pero tampoco te puedes achantar o dejarte invadir por el miedo, porque entonces dejas de ser tú.
-¿Hay miedo?
-Hay gente con miedo y puede que tampoco haya una gran conciencia social y política, porque no meterte en una realidad que es lo que invade la vida es como vivir al margen. Hablar de las nubes puede ser muy poético, pero no es la realidad en la que estamos envueltos.
-Dice que es más de mirar hacia delante que hacia atrás. ¿Cómo ve el futuro de Celtas?
-Lo veo con optimismo. Este año estamos teniendo una gira muy potente, la gente viene y disfruta un montón y cuando acabe, en octubre, queremos grabar. Igual con suerte tenemos para febrero otro disco terminado. Volveremos a la carga el año que viene y esperemos que esto continúe porque venimos de la pandemia y ahora parece que estamos retornando a la normalidad.
-Todo el mundo dice que este es un año desbocado.
-Eso precisamente es lo que hemos observado nosotros. Hay muchísima música, muchos festivales y la gente está con muchas ganas.